jueves, 16 de octubre de 2008

La burbuja

Reconozco los momentos de crisis. Sé cuando va a empezar ese fuego en la boca del estómago, y noto como mis células grises trabajan sólo para decirme al oído mensajes escuetos que refuerzan mi posición defensiva. Preparo el ataque a esa fuerza que escuece y quiere dejar fuera de juego mi estima.

Son como ríos de lava qu rebosan después del bombeo muscular hacia todas mis extremidades. Todo es borroso a través de la calorífica y húmeda burbuja que me separa del mundo, mientras el tiempo se para para regocijarse en la angustia que invade el reducido espacio en el que me veo envuelta. El paisaje que hay alrededor se vuelve oscuro e impenetrable, el sonido mudo amenaza en convertirse aliado de la ofensiva.

Quiero escapar de mí, o mutarme en rabia, en dolor. Necesito elementos exteriores que puedan romper la burbuja, el ring donde estoy luchando. Necesito ayuda, pero de nada sirve, porque en este momento estoy aislada, en mitad de la reyerta, arrinconada, trasnformada en una dualidad. Quiero gritar, amplificar todo¡as esas maldiciones que acuchillan mi interior, quiero sangrar la entraña de mi desesperación, y observar el color vivo propio de la sangre; materializar la agonía, hacerla más concreta.

1 comentario:

Beatrice dijo...

mi niña, te quiero, tranquila, todo eso se pasa cuando estamos juntas, cuando nos acurrucamos y nos reimos de chorradas. Cuando llegamos a nuestro sofa con nuestros apestosos perros. ESo lo tenemos todos los díasimrxk