sábado, 6 de diciembre de 2008

Lo que el viento no se llevo

.Tantas veces lo tuvimos en nuestras manos, dormir en tu pecho, y esa manera de estar unidas, quería vivir a tu lado, no me dejes volver a aquello. Ahora que ya no estás te digo que fue perfecto, tal y como fue, así lo quiero, así quiero que esté en el pasado, presente y ese futuro tan incierto como lo que borré. No quiero un futuro, pero si el recuerdo de todo aquello que antes estaba prohibido. No sé como decirte y agradecerte que siempre estarás en mi corazcón. Y quién beba de tí saboreará el mismo aroma del recuerdo que tengo de tí aún con el sin freno de mi alma. Hay algo de tí que me bordea los sentidos, una caricia tuya en mi cara, tu gesto presente en el rastro de mi mirada.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Abandonada

Este fin de semana me quedo sola e incompuesta en la guarida, sin más empresa que cuidar de los churumbeles (los canes) y al doloroso placer de la vangancia, vuelta y vuelta en el sofá.
Tengo un par de libros para la ocasión y un atajo a la nevera. Pienso ponerme el uniforme de stand-by y considerarme huérfana de novia. Menudo castigo.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Hasta que pase la tormenta

¿por qué me abandonaste dejándome en medio de esta nada? ¿por qué no me dijiste que te ibas, sabes la lista de cosas que te hubises preguntado antes de tu largo viaje? Sólo tengo reproches para tí, a pesar de que no puedas escucharlos, de que no puedes notarlos. ¿Por qué no me tuviste en cuenta? ¿es que no sabes que quería irme contigo sin mirar atrás? Ahora, desde aquel tiempo a esta parte, intento sobrevivir con mi máscara humana escondiendo la huella de la ingratitud. Y en momentos como estos, quiero volver aquella habitación donde estabas tumbada, alejándote de la vida, cogerte de la mano, y volver a ser una mientras emprendemos el viaje.

Un silencio demasiado prolongado. Habla entonces el interior y comienza un monólogo no verbal. Como cuerdas de guitarra que se van tensando hasta que una de ellas se rompe, una lucha por mantener la presión hasta que ésta se sobrepone al razocinio y extremina cualquier opción de mantener el estado de control.

Sobran las palabras y falta el sentimiento, pero impera el orgullo. Mi postura, la tuya, son líneas paralelas que nunca se cruzarán.