sábado, 7 de febrero de 2009

¿Cómo vivir en deuda?

Calor, notas el peso de tu supervivencia a tus esapldas mientras empuñas el arma bajo un techo de estrellas perfectamente perfiladas que vigilan tus movimientos lentos, reptando por los entresijos del enemigo. Sólo escuhas tu respiración que se mezcla con el sonido del silencio que palpita en una noche de combate sumergido. Comienzan a colarse visiones, y siento la necesidad de sacarte de este lugar lleno de dolor, de olor a muerte. Quiero irme a casa. Se escucha un disparo, tienes que actuar. Vete por un momento, regresaré, y podré hacerte las mismas promesas que inventaré para atarme contigo en los grilletes del tiempo. Ojalá pudiera improvisar una trinchera donde esconder el miedo que siento al pensar que puede que la muerte se encuentre en el próximo punto que debo de alcanzar antes de que el cronómetro deje de hablar. Siete bajas. El desfile de metralla ilumina la oscuridad, y se contempla un escenario lleno de cntrastes, la belleza de lo humano y el horror del soldado, la naturaleza testigo de la sangre que se derrama por su piel, los cuerpos sin vida sobre la tierra. La mancha de la vida enrojeciendo las rocas, la hojarasca. El viento que produce las aspas del helicóptero descubren nuestros rostros mimetizados que ahora nos miramos, sabemos que sólo uno de nosotros subirá.

Me mata pensar que nunca sabré como agradecértelo.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Fuimos ahora

Me abro paso entre la gente y entro en el puto bar de la calle donde nos vimos por última vez. Te veo como el primer día, escondiendo tu inseguridad detrás de esa sonrisa inocente. Llevas unos pantaones claros ceñidos y un jersey de cuello alto que estiliza tu figura, y aunque intentes dejar el vicio veo lo que escondes en el bolsillo delantero de tus vaqueros. Estás a punto de decirme que ha llegado el momento, que estás lista, que te has tomado el tarro de espinacas. Busco un taburete donde sentarme, estoy hipercansada, y dejo las carpetas que llevo encima de la barra y el camarero un vaso lleno de agua, que bebo al momento. Por un instante metafísico, te dejo sola con tu conversación y comienzan a apararecer imágenes de un pretérito: No creías en las oportnidades, decías que se las iban tragando el asfalto , que las quimeras dormían en contenedores, y nosotras en los portales. Yo creo que has vivido de algunas excusas, que siempre te ha podido la vagancia por continuar por el tiempo a tiempo, con himno militar. Ahora te presentas hundida, y yo te culpo y no te imploro, en cambio te pido que no inmoratileces este esquema durante mucho más tiempo. Te enseño el espejo del pasado: te reflejaba fuerte, y los errores joder !cuántos hemos cometido y los que hemos dejad de lado por desidía! y nos despedíamos con un - Ha sido un placer, y aunque tuvieses esa mirada fría, inexpresiva, eras capaz de tomar una decisión, y yo seguirte el paso sin pestañear. Las risas del amanecer despertaban nuestra ironía, e improvisabámos un canuto envenedado frivolizando sobre el futuro.Tomas la copa, la alzas al aire y vuelves a llamar mi atención, que ahora la tengo puesta en los folios emborranados por tu torpeza al dejar la copa que ha caído derramando toda l gaosilna que te lleva por estos antros, encogida como una bestia lisiada que quire rumiar esperando a que la luna deje de enfocar su desemparo. Sacas el tema de conversación, que si S.I, que si el informe erroneo que utilizaron de señuelo, que si tal que si cual y luego, sin más, canturreas una canción yanqui desafinando y dejando en bragas a tu inglés provinciano. Aunque quieras despistarme, sé que no puedes olvidar el estallido de la granada, el fuego y la sangre.