Este flash se repite una y otra vez, se levanta el telón y ahí está el cuerpo aglutinado al suelo respirando el polvo de la tierra sin nombre. Estás viviendo los peores segundos de tu vida, el sudor empapa la visión, el calor no frena el temblor de tu cuerpo. Te planteas qué valor tiene la vida en esta latitud y longitud mientras a otra escala el cabrón que ha montado todo este infierno y esta fábrica de muertos, compra un helado de fresa con nata para su querida hija que acaba de salir de un colegio ortodoxo. Tu hermano porta unas divisas de tres coronas a juego con el machete que le regalaste cuando regresaste de Malasia. Si, aquel viaje que hiciste con tu mujer y con tu mejor amigo, aquel bravucón que sólo posa para la prensa dando comunicados dispersos y hablando de su pueblo como si se tratara de un rebaño de ovejas que se cuida de un lobo fantasma. Dolor. Estás en medio de la nada, y sólo tienes sed.
Recuerdo el sabor insípido del agua del río. indescriptible, inolvidable.