Así me siento, estoy sudando y siento frío, tal y como cantaban los viejos rockeros. Puntualización que hago auqnue no venga al caso. La tempratura que hay detrás de la pared que separa mi casa de la calle es de 9 grados, y dentro, al otro lado de la pared que separa la calle de mi casa, es de 28 grados. Aún así, la diferencia a penas la noto. Quizá Bea, la chica que además de vivir conmigo, que no es poco, y quiere seguir haciendolo "...por mucho tiempo" - palabras literales de la tal Bea, si que llegue a ser confortable la temperatura que le proporciona estar al otro lado de la pared, no la que da a la calle si no la que da a la casa. Yo ando sentada en el sofá muerta de frío y ella con las calorías suficientes como para no tener que robarme la manta en la que estoy envuelta convirtiéndose en un recurso frustrado, la manta, que para más inri, me frustra a mi, pues no consigo frenar el frío que me paraliza.
Yo seguiré teniendo casi el mismo frío aunque rompa la pared. Ella quizá note la diferencia.