miércoles, 11 de febrero de 2009

Saddam está vivo

Supongo que como todas las guerras empiezan con un !!!!booooommmmm¡¡¡¡, así que es fácil que llegue a mi mente ese recuerdo y se repita una y otra vez. Que caiga la dictadura, y una guerra rápida, convertirá a Irak en una ciudad donde resplandezca la libertad así como vayan cayendo las estatuas de Saddam. Recuerdo el caos, como en todas las guerras y en situación de conflicto, la población más desfavorecida ( en este caso shíitas y con un porcentaje elevado), o por qué no, el resto, aproveche para cometer todo tipo de delitos. Desde los más leves a los más osados. Pero, contra todo pronóstico, esos incidentes se convirtieron en el día a día. Así que comenzó a reinar el horror.

Estoy agazapada entre ruinas, ojalá pudiera aprovechar esta vista privilegiada, para goce propio, hacer como Alá y mirar pá otro lado. El mundo se empequeñece desde aquí arriba, al igual que el valor de la vida, a precio de Kebak en un mercadillo y, se ven diminutos puntos en movimiento que se llaman "objetivo-alerta", en otro contexto, sólo son cifras. En las despachos ovales, posibles células de al-qaeda. Aquí, sólo piensas que no quieres sonreír en la tumba, así que te cubres las espaldas. Detrás de un simple zapatero puede haber un activista de al-qaeda, puede ser más destructivo que cien filas de infantería, más efectivo que tres batallones de carros de combate. En pleno, Ramadán, el vecino deja de comer, y de darle al vicio, se fuma un cigarro, se inmiscuye por entre las callejuelas empedradas buscándose el detonador que accionará, sin titubeos. Liberará la guerra en la tierra que el cielo implora. Un charco de sangre que formará su sangre al unirse a la de sus hermanos, fieles, elegidos, mártires. Y algo de cierto hay en todo esto, porque un mundo mejor sería posible entre estos escombros de mierda a lo que están condenados. Cumplo las órdenes de un dios menor, encuadro el busto del insurrecto aprieto el gatillo y acorto su agonía.

Saddam está muerto y su ideología viva.

Me quema la prudencia

Quiero irme a un rinconcito donde puede subirme al escalón de la locura para tener una visión más real de eso que dicen que no existe. No paro de mirar a mi alrededor, por si hay algo que me resulte atractivo y caigo en el desasoigo de perderme en el mismo sin fin de preguntas cuyas respuestas no me interesan más que un pimiento. Quizá invertir en alguna causa perdida podría resultar interesante, pero es que resulta que toda la verdad luego termina siendo mentira. Puede que el cambio de medicación me esté cambiando las manías, y ahora se mezcla el sueño con el miedo, y la colección de fracasos ya no me producen más que indeferencia, y los triunfos, a él también se lo comenté, ni siquiera los saboreo. Puede decirse que me encuentro en un stand-by, pero incomoda. Si puediera robar algún delito sin tener que pecar, como antes. Pero ahora soy como un perro con collar y tengo que conformarme con que me saquen a pasear. !Qué desperdicio de sentidos¡ Y es que tengo las pulgas revolucionadas en tu hornor muchachita! Tengo demasiada ambición que se escapa, y se que cada anocher, sin el viento a favor, pierdo la coherencia, con solo ganas de actuar. Contigo o sin ti. Derroche por doquier, me quema la prudencia.