Supongo que como todas las guerras empiezan con un !!!!booooommmmm¡¡¡¡, así que es fácil que llegue a mi mente ese recuerdo y se repita una y otra vez. Que caiga la dictadura, y una guerra rápida, convertirá a Irak en una ciudad donde resplandezca la libertad así como vayan cayendo las estatuas de Saddam. Recuerdo el caos, como en todas las guerras y en situación de conflicto, la población más desfavorecida ( en este caso shíitas y con un porcentaje elevado), o por qué no, el resto, aproveche para cometer todo tipo de delitos. Desde los más leves a los más osados. Pero, contra todo pronóstico, esos incidentes se convirtieron en el día a día. Así que comenzó a reinar el horror.
Estoy agazapada entre ruinas, ojalá pudiera aprovechar esta vista privilegiada, para goce propio, hacer como Alá y mirar pá otro lado. El mundo se empequeñece desde aquí arriba, al igual que el valor de la vida, a precio de Kebak en un mercadillo y, se ven diminutos puntos en movimiento que se llaman "objetivo-alerta", en otro contexto, sólo son cifras. En las despachos ovales, posibles células de al-qaeda. Aquí, sólo piensas que no quieres sonreír en la tumba, así que te cubres las espaldas. Detrás de un simple zapatero puede haber un activista de al-qaeda, puede ser más destructivo que cien filas de infantería, más efectivo que tres batallones de carros de combate. En pleno, Ramadán, el vecino deja de comer, y de darle al vicio, se fuma un cigarro, se inmiscuye por entre las callejuelas empedradas buscándose el detonador que accionará, sin titubeos. Liberará la guerra en la tierra que el cielo implora. Un charco de sangre que formará su sangre al unirse a la de sus hermanos, fieles, elegidos, mártires. Y algo de cierto hay en todo esto, porque un mundo mejor sería posible entre estos escombros de mierda a lo que están condenados. Cumplo las órdenes de un dios menor, encuadro el busto del insurrecto aprieto el gatillo y acorto su agonía.
Saddam está muerto y su ideología viva.