sábado, 10 de enero de 2009

jueves, 8 de enero de 2009

¿Qué escondemos detrás de nuestras aficciones?

Estoy sentada en el sofá viendo un documental en odisea que no está nada mal, hablan de los perros, de la gente que después de una crisis emocional, un vacío existencial o un desengaño con el género humano, comienza a hacer girar su vida alrededor de un can, dancing a su son, guaauuu!!
Y bueno, en realidad, no tengo nada que objetar, todos tenemos nuestra particular manera de llenar nuestra soledad, nuestro vacío, o en darle un toque diferente a nuestra rutinaria vida. Vamos, incentivar la motivación motivando al perro para que sea un buen compañero, una buena mascota y un ejemplar amigo. Es un extra, ¿qué sobra en verano?
Así que adquiriendo un precioso cuadruple bebe can en su vida, puede que el perro en sí, antes sóloutilizados como herramientas de trabajo, se convierta en un miembro de la familia.
Y ahora que hay un nuevo miembro en la familia, que ya tiene un gran valor, hay que mantener su estatus, hablo de las "reverencias al perro", el sector marketing. El poderoso ngocio que se mueve en torno a ellos. Comida gourmet, galleticas sabor a salchicha cinco strellas, ropa de élite...vamos tenga un perro de diseño.
También está la opción de que su perro sea un gran atleta, gane un montón de medallas que usted pondrá en el salón y enseñará a susvecinos, amigos y demás. Hay que premiar lal verdadero campeón, no? Es todo un impacto tener un perro. La manera que el chucho ha hecho que nos acerquemos a la gente, a la vida. Un día empezamos hablar de nuestro perro, y detrás de ser sólo un condescendiente propietario, llegamos a ser una gran persona sociable.

lunes, 5 de enero de 2009

Equilibrio

Me han cambiado la medicación, no sé si es por eso por lo que me siento tan extraña,parece como si todo de repente tuviese un gran poder sobre mi: las palabras hirientes matan, el miedo se convierte en pánico, la nostalgia se convierte en desgracia y así, sin cesar. Todo está volviendo a adquirir una gran dimisión, y ahora cualquier error se desarolla en una gran frustración. Hacia tiempo que no experiementaba esta viveza de la vital, valga la redundancia. Es cierto que también todo lo bueno se engrandece, esa es la parte positiva, cualquier resquicio de esperanza se transforma en un nuevo horizonte que alcanzar, y si recibo un beso, la sensación de bienestar se ve multiplicada aumentando su intesidad. Pero yo sólo quiero conseguir ese equilibrio del que tanto se habla, aunque el tedio me consuma.

domingo, 4 de enero de 2009

La Noche

No hará hace muchos años que yo frecuentaba ciertos lugares, normalmente de noche, cuando no tiraba el ancla cerca del amanecer.
Recuerdo la sensación de adentrarme en esos antros, garitos, o como quieran llamarlos, por la sensación de libertad que sentía antes, durante y después de cada cita con aquellas paredes oscuras, música estridente y olor naúsebundo. Era como una cueva, mi cueva, la cueva que sabía que algún día abandonaría para siempre para cruzar el umbral de la madurez. Y es así, cuando se sabe que algo es perecedero, que sólo nos mantiene una especie de simbiosis no vital, el compromiso, por ambas partes, queda reducido a las mínimas leyes de cortesía y se bucea en el más prfundo de los placeres.
El estrecho pasillo de uno de mis locales favoritos conducía a una alargada barra, sostenida al final por una mujer adulta extremadamente maquillada, con faldas cortas y subida en tacones altos, desentonando con el ambiente, pero imprescindible para que no quedese lisiado el cuadro al que pertenecía. Mirada triste, vacía, dolida y su llamativo y gran bolso, cuando no, dos.
Quien más y quien menos, la conocía, pero nunca nadie hablaba de ella, era como si al hacerlo, estuviésemos confesando que habiámos compartido mantel con el diablo, cuando en realidad, sólo falicitaba que la peña tuviese material para respirar.
Estaba apoyada en la barra pidiendo lo de siempre al camarero de cejas extremadamente depiladas, por lo que se hacia difícil reconocer la expresión de su cara y por lo tanto, adivinabas que te había considerado en la penitencia porque al instante tenías el vaso con hielo sobre tus narices, eso sí, era un buen barman; cuando ella, la mujer del bolso y material negociable, se dirigió a mi:
- Nña, ¿por qué tienes esa mirada tan triste?
En ese momento no respondí nada, cogí la copa y me marché. Con los años, y ahora recordando aquellos noches, pienso que reparó en mí, que no sólo miraba al vacío, con su mirada triste y dolid, si no que además de echar la recaudación de la noche en el bolso, también miraba a los ojos de la gente.
Nunca la eché de menos, ni necesité despedirme de ella, existió, para mí, para todos, quizá para sí misma, pero a nadie le importó. Tal vez, ella tampoco se quiso.