Empiezo a cuestionarme de qué y por quién está compuesta la justicia. De momento el caso Mari Luz ha dado que hablar, y si no el caso Calamita, el juez que durante dos años archivó el caso de la adopción por parte de la pareja de la madre biológica sobre la niña de ambas. Sus primeras declaraciones, las del juez, fueron escuetas y cargadas de homofobia: "No estamos para experimentos, hablo de cobayas". Yo le cogería la plabra y le sometería a examen, a ver si le puede diagnosticar esa grave enfermedad que padece con manifestaciones frecuentes de gilipollitis y sequedad mental.
El debate siempre queda abierto, que si la niña será mofa entre sus amigos, si podrá influir la tendencia sexual de las madres sobre la niña, si se está creando precedente, si será un peligro para la sociedad y romperá el modelo de familia. Y es que la homofobia sólo está compuesta de miedo, y el miedo sólo inmoviliza y crea inseguridad, y luego tenemos que escuchar algunas paridas. Lo jodido es que muchas veces estas insensateces llevan toga y se cargan de poder.
Parece que el modelo de familia excluye a madres solteras, veáse padres; divorciad@s, homosexuales, padres o tutores que no se hayan consagrado al sacramento del matrimonio etc. Hay que pasear por la galería con la figura paterna, que se engomine y repine el pelo hacia un lado, y la materna, "señora de", que lleven anillo, tengan adosado, coche familiar, coche para fardar, perrito con pedigree, polo ralph lauren, gafas coco chanel, calderilla para el cepillo de la iglesia...Aunque la rutina hable de padre que llega cansado a casa, después de un duro día de trabajo, carne desgastada de barra de bar, de mirar otros andares femininos; madre irrealizada que te aconseja un futuro distinto al suyo, preveniéndote de los pasos que no debes de imitar, ausente e irrealizada.
El sentimiento no entiende de esos detalles; el amor no tiene género, no es ni masculino, ni femenino, ni tampoco tiene un precio ni escala social; el amor no tiene color, no sabe de razas; no distingue entre religiones y dogmas, es y ya está.
Nadie puede imponerse ante el sentimiento, no hay leyes, ni togas, ni autos, ni fallos que puedan sentenciar para variar, cambiar, trastocar, lo que un nin@ considera su hogar.