sábado, 1 de noviembre de 2008

Recuerdos

Días sin sentido, un poco absurdos. No te planteas nada, sólo seguir el curso de los acontecimientos, dejar que las cosas surjan.

Afuera está lloviendo. Paseo Vespertino, el sonido de la suela de zapato que entra en contacto con el agua, ese chasquido a barro mojado. La calle se convierte en un gran espejo, cobijo para astros y sillón para la reina Luna. Silencio, y la noche que se adelanta, la hora también. Quietud. Luces encendidas que salen de algunas de las habitaciones de las casas, coches metálicos que arrojando lágrimas se alejan huyendo hacia algún lugar; gatos duchados se retiran de la street con sigilo .

Los perros juegan en el salón, una especie de instrucción que emplea uno de los machos para enseñar tácticas de superviviencia a su compañero de manada. Qué sabia es la naturaleza! ¿Para que dejamos de ser animales y nos convertirmos en humanos? ¿Evolución o cambio?

Al otro lado del teléfono hay dudas, y ella, mi pequeña asiente. La miro, la quiero. Es mía. Yo, toá suya.

Acabo de cerrar un libro de Philip Roth, y ahora, me dejaría en sus manos para ser uno de sus personajes, y estar aún a tiempo de convertir mis recuerdos en un mera experiencia y que todo vuelva a empezar.,yo en cambio, para hacerlo de la misma manera. Fíjate.

En días como estos, a veces, me invade la sensación fría que conservo en la memoria de mis días en el hospital. La visión reducida que tenía del mundo a traves de aquellos ventanales. Volvía la mirada, y detrás se me imprimía esa parte residual de la sociedad que era producto de otra sociedad mayor, sana y "feliz".

Estar aislada, es parecido al dolor, al igual que el dolor es aislarmiento, se inclina hacia la soledad, y la soledad es dolor. Y esa espiral recorría junto a mí los pasillos de la unidad clínica en aquellos años.

Desde ese estado yo me tuve que inventar. Es como partir de cero, porque de repente ya no tienes nada. Desde el momento en que te dicen que padeces una enfermedad mental, comienzas a cuestiornarte todo. Quién fuiste y quién serás.

La hospitalización involuntaria implica recurrir a la fuerza, así que aún con el carbono entrando en sonda por la nariz, era reducida por dos tipos del personal sanitario que me invitaban a cruzar el umbral de la línea que separa el espacio reservado para los cuerdos de los que no lo están.

Batalla verbal entre Belén Esteban y la periodista de turno, voy a hacer zapping. Es un insulto a las fiestas de guardar. Ja! Ni por esas.

Son tiempos de no entender, tenía 16 años, y era testigo de que mi vida había sido una pura falacia y de que todo lo que había aprendido hasta el moemtno lo había invertido en disfrazar esa angustia que vino conmigo el día que mi madre parió.

Te perdono mamá.

4 comentarios:

adriana dijo...

Duro, muy duro. Te envio un dulce beso y mi felicitación por tu valentía al contarlo.

tortuguita dijo...

Estoy con adriana. Vaya peazo de blog tienes, niña, en sólo 20 días, has escrito un montón!!!!!!!!

Te "arrejunto" a mis blogs de lectura diara/semanal, que me ha gustao cómo escribes, y lo que cuentas...
Me alegro de que hayas dado conmigo, que encontar buenos blogs es siempre un súper regalo para la mente!!!!!!MUA

Claudio Lautaro dijo...

Fuertisimo escrito..la verdad me llegó al Alma... el resto del blog me ha impactado por tu gran sinceridad...te seguire leyendo sin duda...y te invito...un gran abrazo... Claudio...

Eva dijo...

Vaya tu estado de ánimo traspasa la fría pantalla del ordenador. Supongo que cuesta asimilar lo que reflejas en el post. Yo por eso a veces escribo cosas que me cuesta pensar en voz baja, parece que al escribirlas las expulsas y ya no las tienes dentro. Liberas algo de carga.
Te mando muchos besos.